Capítulo 1: Confort

Vivimos en una época en la que casi nadie se compra un auto sin aire acondicionado, sin levantavidrios eléctricos, sin cierre centralizado o sin sensores de estacionamiento. Es más, cada vez se valoran más los autos con asistentes de conducción, cámaras, pantallas táctiles, climatización automática, conectividad con el celular y hasta asientos calefaccionados.

La tecnología en el auto no se discute. Es parte de nuestra vida. Nos da comodidad, eficiencia y practicidad. Lo damos por hecho. Hasta buscamos esas funciones como un estándar mínimo.

Pero cuando se trata del hogar… ahí todo cambia. De golpe, prender el aire desde el celular parece un lujo. Apagar todas las luces con un solo botón, exagerado. Programar que las persianas se abran con el sol, algo “innecesario”.

¿Por qué aceptamos el confort tecnológico en el auto como algo normal, pero lo rechazamos en nuestras casas?
Si pasamos mucho más tiempo en el hogar que manejando, ¿por qué no hacerlo igual de cómodo?

Hoy la tecnología nos permite tener casas que se adaptan a nosotros, no al revés.
Casas que entienden nuestros hábitos, que anticipan nuestras necesidades, que hacen más fácil el día a día. Y no hace falta tener una mansión ni gastar una fortuna. La domótica ya es accesible, modular y se puede adaptar a cualquier tipo de vivienda.

Este es solo el primer capítulo. En los próximos, vamos a ir bajando a tierra diferentes aspectos del confort en casa:
cómo automatizar sin complicarte, qué podés mejorar hoy mismo, y cómo transformar tu hogar en un espacio inteligente, sin dejar de ser tu casa.

 

Porque si en el auto sí, ¿por qué no en tu hogar?